No es nada, es un suspiro.

domingo, 15 de noviembre de 2015

Cartas a tu paso

Me gustaría hablar de ti como lo hace un poeta:
contar que eres como un trueno ensordecedor,
una explosión que deja huellas mudas en los oídos.

Decir que verte es como un impacto frontal,
o la bofetada que da una mano gélida.
Contigo mi instinto es como el de los lobos; 
quiero desgarrarte la piel a dentelladas 
y disfrutar del festín de tu cuerpo 
y de la dulce crueldad de tu sexo.

Tu paso por mis días es como una trágica y frustrada melodía 
que nunca escucharán otros oídos que los míos.
Cuando te marchas solo queda ruido
una vajilla que se rompe,
una botella que se descorcha…
un solo de batería.

Tu presencia es colosal y tu mirada, formidable, 
tus luceros se clavan en mi pecho como agujas metafóricas.
La inexistencia de tus besos es una afilada estalactita sobre mis pies descalzos 
y la lejanía de tus manos es la soga en la que pierdo el equilibrio.

Me gustaría hablar de ti como lo hace un poeta: 
más artística, más profunda, 
pero menos cierta.

Menos acertada porque has llegado con la delicadeza e influencia ciega
con la que lo hace la primavera
con efecto más sordo que sórdido,
como una voz que susurra,
como un relámpago lejano.

Como un pequeño corte de papel en el dedo,
una ducha de agua medio fría,
un empujón del viento.
Como una mano decente de naipes,
una breve turbulencia,
una fugaz tormenta.

Me gustaría hablar de ti como lo hace un poeta,
pero no sé reflejarte en letras,
y se me dan mal los versos.