No es nada, es un suspiro.

sábado, 21 de agosto de 2010

You don't beg. You don't borrow...You steal.

-Otra vez la misma mierda...
-¿De qué hablas?
-¿Acaso no lo ves?, los mismos pasos, la misma historia, esas esperanzadas palabras que luego se convierten en aire... o en nada.
-Bueno, yo ya te advertí el riesgo que corrías...
-Lo sé. Y no entiendo por qué me creo cada palabra de perdón que me dice. No aprendo.. lo sé ver, pero no reacciono. Joder, que soy un puto inciso en la vida de él, y no se da cuenta... no se da cuenta porque él cree que esto es "grande". Esto es grande cuando me tiene delante; el resto del tiempo lo pasa siendo invisible, impenetrable; no me llama, no me dice lo que necesito oír...-Dice ella dejándose ver por dentro, con los ojos fijos en el teléfono, y continúa- que soy un puto paréntesis entre sus cosas, alguien que sí, que está ahí, pero que no necesita. Y él lo sabe.
-A ver, te quiere, o al menos eso cree él, pero no está acostumbrado a este tipo de relaciones...¿habéis hablado hoy?
-¡Vaya preguntita!
-Vale, lo pillo. Pero, sinceramente, ¿de qué te sorprendes?

Sí... definitivamente esa era la pregunta: ¿de qué me sorprendo?

-De NADA, -dijo susurrando, ya con la voz medio apagada- ese es el problema... que ya no me sorprendo de nada.

miércoles, 11 de agosto de 2010

Almas: La grandeza de las pequeñas cosas

Él, una vez refugiados bajo la sábana, le aparta a ella el pelo de la cara, como quien abre una ventana al alba y se deja impregnar el rostro por la luz:

-¿Sabes?, cuando estoy contigo me siento como una niña...-dice alzando la mirada al techo mientras sigue abriéndose por dentro-... me gusta que nos escondamos para acariciarnos, y correr por la playa sabiendo que me observas, y buscar tu mirada cuando callamos y no queda nada más por decir, y... ¿de qué te ríes?

-No... no me río, sonrío.

-¿Y a qué se debe?

-A que estoy feliz, -y continúa hablando, tras advertir los interrogantes ojos de ella- a que, efectivamente, eres una niña... una pequeña niña tan pequeña que cabe entre mis brazos y entre mis labios, que confía en cada "todo va a ir bien" que le cuento, que escapaz de colarse por una diminuta rendija de mi corazón... Y eso es tan irónico...

-¿Irónico?, -se ríe- ¿qué es irónico?

- Que yo sea capaz de llamarte "niña"... de decir que eres pequeña.

-¿Acaso no lo soy?

- No, no lo eres. Eres lo más grande que me ha ocurrido jamás.

Y allí, una vez con los corazones al descubierto, abiertos en canal, la noche hizo el resto.
Ellos, ansiosos el uno del otro, se abandonaron a ese gran fenómeno incierto: "pasión", así creo que lo llaman.