Un gramo de ti
habría bastado
para hacer constancia de tu presencia,
para convertirme en reo.
A penas un trozo de ti
habría servido
para hacerme candidata a "tuya",
para creerme tu espejismo incierto.
Un segundo de ti
habría sido útil
para enredar a mi corazón lento y sin reflejos,
para embriagarme sin mi requerido Martini.
Un gramo de ti, pienso cada día,
me habría arañado,
extasiado,
retorcido.
¿Qué hago yo ahora,
dime,
con esta sobredósis
que me inunda?
Que hace que mire el teléfono
y me imagine oirte
rogar mi nombre.
No hay comentarios:
Publicar un comentario