Abrir los ojos por culpa de la luz del día
y ver que el lado derecho de la manta está estirado,
sin arruga alguna, duele.
Con el objetivo de no pensar en ello,
froto mis ojos contra el televisor
hasta que están húmedos.
Debo parar de hacerlo.
Pero es que cada sonrisa de las fotos
es para mí una burla que me desconcierta
y hace que cada día
me suicide un poco más.
Este calor acusador de junio entra por mi ventana
y me hace aislarme,
retratarme en textos que luego desecho.
Cada vez que oigo a los grillos del árbol de mi ventana
me pregunto si se callarán en otoño.
Si los harás callar tú con tu llegada.
Y, dada la alternativa de este rígido verano,
creo que me dormiré
para que la espera sea más leve.
Wake me up when September ends.
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