No es nada, es un suspiro.

martes, 17 de enero de 2012

Eso me pasa por leer cosas de Neruda y Luis Cernuda.

De Aranjuez a Madrid en autobús hay un trayecto de unos 45 minutos que hoy he malgastado recitando poesía y prosa poética en voz baja. En mitad de mi sensiblera labor de pérdida de tiempo, he sentido cómo varios ojos se clavaban en mi nuca y otros en mi boca, pues las miradas venían proyectadas desde diversos ángulos.

Nunca me ha gustado sentirme observada en mis momentos de declive emocional, cuando no soy más que un cuerpo que no responde a los estímulos del exterior. Por ese motivo dejé de lado a los "espectadores" y sucumbí a la represión de mis pensamientos para poder, así, hacerlo en privado.

Al bajar del autobús, yo y mi incesante lluvia de malas ideas, nos limitamos a respetar el semáforo del paso de peatones junto a la muchedumbre que esperaba ansiosa a que apareciera la luz verde para poder abalanzarse sobre la carretera y así acudir estresados a cualquier sitio. Como es de costumbre en esta ciudad.
Fue en ese instante cuando se me acercó un chico de voz juvenil y me expresó lo preciosa que pensaba que yo era.
Como si nada hubiera escuchado, caminé hasta mi casa meditando acerca de qué podía ser lo que le hacía pensar a esa persona que yo soy "preciosa". Quizás había sido el singular impulso que me hacía leer poesía en el autobús, o que se me viera con la mirada desorientada y apretando los puños como evitando que algunas situaciones se me escaparan de las manos. Quizás simplemente quería hacer sentir feliz a la chica de los sueños rotos que sollozaba a escondidas en el autobús.

En muchas ocasiones, este tipo de escenas sucede para que aprendamos a hacer balanza entre aquello que merece la pena y aquello que, por el contrario, hay que apartar en un viejo cajón de lecciones. Yo he optado por la segunda opción, y es que son tantos los momentos difíciles en una vida tan corta, que no me salen las cuentas.
Deberíamos decirles a aquellos a los que amamos cuán bellos y "preciosos" son en realidad, pero se nos olvida. Puede incluso que en algún lugar haya una persona esperando a que le digas lo especial que es para ti, que ese momento nunca se presente y que esa persona se marche por pensar que no estuvo a la altura.

O puede que se tenga que conformar con ir recitando poesía en el autobús.
Poesía de algún autor que un día sí tuvo el coraje de recordarle a otra persona lo bella que era.

No hay comentarios:

Publicar un comentario